viernes, 7 de abril de 2017

editorial

En las redes sociales circula una de las tantas ingeniosas publicaciones de nuestra querida Mafalda, en donde mirando un cartel que dice “prohibido pisar el césped” ella se pregunta “¿y la dignidad?”. Esta reflexión viene muy bien para ilustrar el conflicto que al momento de escribir esta editorial existe entre el estado nacional y provincial, con los docentes. Todos los años hay inconvenientes al inicio de las clases porque los gremios sostienen que es insuficiente el aumento ofrecido en las paritarias nacionales. En el año 1992 el ex presidente Menen transfirió la educación a las provincias, lo que logro diferencias en la calidad educativa y en los salarios. Las provincias más prósperas podían sostener la educación y las más pobres o no pagaban o pagaban con bonos. Entre otras cosas esto llevo a la instalación en 1997 de la Carpa Blanca, protesta que se extendió por casi tres años. Toda esa lucha posibilito que años después se derogara la ley federal de educación, dando lugar a una nueva ley de educación y de financiamiento educativo. Este año no se está cumpliendo, en su artículo 10 establece claramente, que debe realizarse la Paritaria Nacional Docente, espacio donde entre otras cosas se discute el salario mínimo de un maestro de grado. Sabemos que el presupuesto para educación es insuficiente, también sabemos de los esfuerzos que en su mayoría realizan quienes tienen la vocación de enseñar, aunque con vocación no se come ,muchos docentes cuentan que lo único que seguramente no falta en el aula, es el pizarrón, lo demás muchas veces deben aportarlo ellos de su magro salario. Por eso en el inicio hablamos de dignidad, porque desde siempre se ha pisoteado la dignidad de los educadores, dado que nunca han sido considerados ni remunerados de acuerdo con la función que cumplen. Es necesario un sueldo digno, respeto y valoración de la tarea docente







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