viernes, 8 de septiembre de 2017

cambio climático- argentina país tropical


Según una nota publicada por el portal El Cronista en el 21 de Octubre de 2016 que reza que Argentina se encuentra en ojo del cambio climático, nuestro país, por su posición geográfica y estructura productiva, es una de las naciones más afectadas por el cambio climático. Inundaciones y sequías le cuestan al país casi un punto del PBI, según estimaciones del Banco Mundial.

Luego de un invierno de los más cálidos de la historia resulta como mínimo un llamado de atención para esta región que las temperaturas en la presente estación se parezcan más a las de una país tropical que uno patagónico como el nuestro, por supuesto hablamos de la ciudad de Buenos Aires, pero las diferencias contra estadísticas anuales se ha vuelto tema de estudio a lo largo de todo territorio.
La frase acerca de que cada vez nos parecemos más a Brasil o aquellos recuerdos de inviernos crudos en los que la escarcha en el pasto era moneda corriente por la mañana parece haber quedado sólo en nuestras memorias, lo que encierra un llamado de atención hacia el futuro y sus posibles consecuencias.
Por su situación geográfica y estructura productiva, la Argentina es uno de los países más afectados por el calentamiento global. De acuerdo al informe "Modelos Climáticos" desarrollado por el Centro de Investigaciones del Mar y la Atmósfera (CIMA-Conicet), en los últimos 50 años el aumento promedio de las temperaturas en el país alcanzó medio grado, pero en la Patagonia superó 1°C.
Según datos del Banco Mundial, las inundaciones son el principal riesgo climático argentino, ya que afectan a la pampa húmeda, la zona con mayor concentración poblacional y de actividades productivas. En años de lluvias intensas, como el 2012 y el 2015, los anegamientos se llevan hasta un punto del PBI.
"Las tendencias de cambio climático en los últimos 50 años muestran una mayor frecuencia de olas de calor en el Norte y Este del país, y una disminución de las heladas en la Patagonia", destaca Carolina Vera, investigadora del CIMA y miembro del IPCC. "También hubo un aumento de las precipitaciones intensas en la zona Centro y Este, y mayor sequía en el Noroeste y la Patagonia", apunta.
"En el Cono Sur, el calentamiento global se combina con el debilitamiento de la capa de ozono, lo que exacerba los fenómenos climáticos", apunta Pablo Canziani, investigador principal del Conicet en la Facultad Regional Buenos Aires de la UTN. La suba del nivel del mar es uno de los efectos más preocupantes. En la Bahía de Samborombón, donde confluye el Río de la Plata con el océano Atlántico, el mar se elevó 25 centímetros y se estima subirá casi un metro para finales de este siglo. "La costa está retrocediendo, especialmente en la zona de General Lavalle, San Clemente y hasta Quequén", describe.
El sistema climático es muy complejo y es el que controla el viento, el agua, el calor y nutre la vida en nuestro planeta. Pero ahora el clima está cambiando rápidamente. La causa es un sistema energético viejo y obsoleto que contamina el aire, el agua, produce inequidad y destruye paisajes, dice Greenpeace en su portal. La clave pasa por modificar estos sistemas y al mismo tiempo el comportamiento humano. El mal uso de minerales como el carbón, petróleo, gas y energía nuclear son puntos a tener en cuenta.
Luego de la reunión de 2014 del Panel Intergubernamental de Cambio Climático (IPCC) en Copenaghe que concluyó con la redacción del quinto informe que servirá de orientación, como también de advertencia, el argentino Vicente Barros, miembro del comité ejecutivo del IPCC informó que la publicación es el resultado del trabajo de 800 científicos de noventa países que evaluaron 30 mil investigaciones sobre cambio climático publicadas en revistas con referato desde 2007. Barros, que es doctor en Meteorología, explica entre otras cosas cuestiones puntuales sobre la situación de nuestro país. Retroceso de los glaciares, aumento del promedio anual de precipitaciones y de la frecuencia de las lluvias intensas o extremas. Este fenómeno produce, según la región que se analice, una mayor cantidad de inundaciones, por un lado y, sequías, por el otro; olas de calor más prolongadas e intensas en los centros urbanos; propagación de enfermedades como el dengue, y derretimiento de glaciares, entre otros.
Los datos que el SMN recopila desde hace 145 años revelan que el volumen de lluvias creció 20% entre 1961 y 2010 y que la temperatura, en promedio, subió 0,5°C. Para los próximos 25 años se proyecta una aceleración de ese aumento y la región con mayores cambios sería el noroeste del país, con subas de hasta el 1,5°C. Esto constituye no sólo datos materiales insalvables sino también grandes crisis económicas debido a la baja en la actividad productiva del país. 
Barros recordó que para desagotar en sólo dos meses el agua de la inundación de 2003 en la pampa deprimida, habría sido necesario un canal con el caudal del río Uruguay. "Siempre digo que mientras las obras de contención no estén nos vamos a seguir inundando. Sin embargo, después de la obra también nos vamos a seguir inundando. Por eso es tan importante que se perfeccionen los sistemas de alerta temprana como los que elabora el SMN", dijo el experto del Departamento de Ciencias de la Atmósfera de la Universidad de Buenos Aires.
De acuerdo al informe Stern sobre la Economía del cambio climático, publicado en 2007, por cada dólar invertido en mitigación y adaptación, se ahorran entre u$s 5 y 20 de pérdidas. Los países considerados "de ingresos medios", como la Argentina y la mayoría de los de América latina, son los que mayor riesgo enfrentan, ya que tienen más infraestructura expuesta y menor previsión en la mitigación de su impacto.
"Hay un falso dilema entre desarrollo con aumento de las emisiones o menos desarrollo para bajar las emisiones", destaca Alieto Guadagni, economista y miembro de la Academia Argentina de Ciencias del Ambiente. "Es posible, mediante innovaciones tecnológicas y reformas institucionales, aspirar a un planeta con crecimiento (esencial para bajar la pobreza) y menos emisiones contaminantes", asegura. El actual modelo económico, basado en combustibles fósiles, "deberá ser sustituido por otro con nuevas energías limpias y mayor eficiencia energética", apunta el ex secretario de Energía. "No ha concluido aún la era de los combustibles fósiles nacida a fines del siglo XVIII, nunca hubo tanto petróleo y gas como hoy. Sin embargo, los flujos de inversiones ya comienzan a orientarse hacia las nuevas tecnologías y la eficiencia energética. Esto impulsará nuevos sectores productivos", afirma Guadagni.
Entre las propuestas que enumera el ex funcionario se cuentan: inversiones en energías renovables, modernización del transporte público y priorización de la vía ferroviaria y fluvial para el transporte de cargas, impulsar la eficiencia energética en la industria, nuevos códigos de edificación que aseguren la aislación térmica y el etiquetado para artefactos energéticamente eficientes.

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