viernes, 8 de septiembre de 2017

editorial

Para cuando un debate sano, constructivo y elevador sobre los efectos de las redes sociales y la tecnología en detrimento de las relaciones interpersonales? Sin siquiera hablar de la violencia con la que las personas deciden comunicarse resguardados por la imposibilidad física de agredirse o dejando de lado lo nocivo del exceso de información que en un ser humano puede hacer estragos aprovechándose de su permeabilidad,
el escenario actual propone vínculos virtuales que no parecen ser la salvación de la humanidad que gritaban a viva voz cuando, por dar un ejemplo, se construyó la primer computadora. 
Parejas por internet, chicos que juegan en red pero cada uno en su casa, la relación sin relación, la palabra amigos reducida al apuro que a todo menosprecia y como todo lo que se gana rápido puede ser efímero. 
Los estímulos en las grandes ciudades modifican los comportamientos humanos y la creación de necesidades nuevas ha transformado a todas las sociedades, quitándole parte de su impronta, de su rol de ser humano, palabra que está venida a menos, por lo menos hoy.
Únicamente desde la construcción de una conciencia que intente primero preservarnos, podrían encontrarse ideas renovadoras. Nos damos tiempo para muchas cosas, repensar hasta donde la información es siempre nutritiva podría ser otra.

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