jueves, 9 de noviembre de 2017

editorial

El domingo 1 de octubre, día en que se cumplieron dos meses de la desaparición de Santiago Maldonado  una multitud colmo plaza de mayo y diferentes plazas del país  pidiendo por la aparición con vida de Maldonado, sin embargo es difícil entender la indiferencia, la falta de empatía  de una parte de la sociedad que ha hecho de este tema parte de la “grieta” politizándolo. Es verdad que en democracia ha habido muchos desaparecidos, pero en ninguno de esos casos ha estado involucrada como se sospecha ahora, una fuerza que represente al estado, ni aún en el caso de Julio López, el primer desaparecido en democracia de quien no se supo nada más, después de haber declarado en el juicio contra el represor Etchecolatz. Stella Maris Peloso y Enrique Maldonado son los papas de Santiago, esperan desesperadamente desde el primero de agosto alguna noticia de su hijo y lo único que han obtenido hasta ahora es nada. Es difícil imaginar el dolor y la incertidumbre en la que deben vivir todos aquellos que conocían y querían a Santiago, ni que decir el espanto por el que deben estar pasando sus padres y sus hermanos.- 
Transcribimos a continuación un fragmento escrito por el sacerdote Eduardo de la Serna
 “Varios medios y discursos nos atosigan con cosas de Santiago Maldonado, y quiero decirlo sin que quepa espacio para    la duda: ¡No me interesan
• No me interesa saber si era artesano, hippie o cosas por el estilo;

• No me interesa saber si leía literatura de “A” o de “Z”;
• No me interesa saber si se bañaba todos los días o era un sucio con rastas;
• No me interesa saber si hizo suya la causa indígena o era un “snob” (palabra pluscuamperfecta reflotada por un         mercenario);
• No me interesa saber si apoyaba a grupos guerrilleros kurdos de Turquía, de las FARC, o a discípulos de Lautaro;  ¡Basta! ¡No me interesa!
¡No quiero que me digan nada más de Santiago!
 Simple, sencilla y claramente ¡quiero que lo devuelvan! (...)”



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